Por Culinaria Mente
La exquisita langosta a la mantequilla representa a la perfección la cocina de mariscos gourmet, combinando la dulzura natural de la langosta con la riqueza de una mantequilla aromatizada.
¿Cómo preparar langosta a la mantequilla?
El proceso comienza con la cocción precisa de la langosta en agua salada hirviendo, seguida de una cuidadosa preparación de la mantequilla infusionada con hierbas aromáticas y ajo, que realzará el sabor natural del marisco sin enmascararlo.
Información nutricional
Cada ración de langosta a la mantequilla contiene aproximadamente 450 kcal, 23 g de proteínas, 40 g de grasas (24 g grasas saturadas), 120 mg de colesterol, 1 g de carbohidratos, 0 g de azúcares y 600 mg de sodio.
Receta de langosta a la mantequilla
Preparación: 15 minutos
Cocción: 15 minutos
Raciones: 2 personas
Ingredientes
- 1 langosta grande viva
- 100 g de mantequilla
- 2 dientes de ajo fresco
- 1 ramita de tomillo fresco
- 1 cucharadita de sal marina
- 1 cucharada de perejil fresco
- ½ cucharadita de pimienta
- ½ limón para servir
Instrucciones
- Llenar una olla grande con agua hasta tres cuartos de su capacidad. Añadir 30 g de sal por litro de agua y llevar a ebullición. Sumergir la langosta con la cabeza primero en el agua hirviendo. Cocinar durante 8 minutos por cada 500 g de peso.
- Derretir la mantequilla a fuego muy bajo en una cacerola. Incorporar el ajo machacado y el tomillo. Retirar la espuma blanca de la superficie con una cuchara. Extraer la langosta del agua con pinzas.
- Partir longitudinalmente la langosta. Retirar el intestino oscuro. Rociar con la mantequilla clarificada. Espolvorear con perejil picado. Servir inmediatamente con gajos de limón.
Historia y origen
La langosta a la mantequilla tiene sus raíces en la costa de Nueva Inglaterra, donde experimentó una notable transformación social, ya que en el siglo XVII era considerada comida de prisioneros y sirvientes debido a su abundancia en las costas estadounidenses.
La preparación con mantequilla clarificada se popularizó en los restaurantes de Boston y Nueva York, estableciendo el estándar de lo que hoy conocemos como langosta a la mantequilla.
¿Sabías que?
Las langostas no dejan de crecer durante toda su vida, mudando su caparazón periódicamente para permitir este crecimiento continuo, con el ejemplar más longevo en cautividad alcanzando los 140 años en el acuario de Nueva York.